Hoy, 14 de mayo de 2008, el gobierno nacional de Colombia ha extraditado las pocas posibilidades de justicia que las miles de victimas de los paramilitares alguna vez pudieron esperar.
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A puerta cerrada y actuando durante la noche como las ratas, el presidente Uribe y su gabinete de para-políticos decidieron hacer prevalecer los cargos de narcotráfico que tienen 13 de los jefes máximos de los paramilitares, sobre los crímenes de cientos de miles de personas muertas y desaparecidas por la acción de estos personajes.
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La sucia jugada de Uribe logró detener las investigaciones que se les hacían a estos jefes “paras”. Una vez en territorio gringo, ellos no tendrán la obligación de dar sus testimonios sobre otra cosa que no sea el narcotráfico, dejando así en la oscuridad al resto de victimas que, hasta hoy, no han recibido la verdad.
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La verdad, la justicia y la reparación que propone la “gran” Ley de legalización paramilitar, están cada vez más lejos de llegar, ya que, para el gobierno nacional, otras cosas tienen prevalecía. El uribismo está asustado, y esto lo demuestra. Uribe teme que los testimonios de los jefes paramilitares, que cada día untan a más políticos y allegados suyos, lleguen al punto de destruir las fachadas de legitimidad y legalidad de su movimiento y sus partidos (Cambio Radical, la U, Alas, etc.).
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Si el ritmo de implicación de políticos uribistas con el paramilitarismo se mantuviera, sería probable que sus partidos pierdan la personería jurídica, y así, queden fuera del juego democrático. Es esta la burda razón que ha llevado al gobierno colombiano a abusar de su poder, a pasar por encima de varias instituciones como la Corte Suprema de Justicia, a pisotear los derechos de todas las victimas, a reírse en la cara de todo el país, a llevarse la verdad a una cárcel del otro lado del mar, para que permanezca allá encerrada, y no vuelva nunca mas a causarle problemas a la sucia clase política que se aferra a su poder con artimañas, balas y corrupción.
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A puerta cerrada y actuando durante la noche como las ratas, el presidente Uribe y su gabinete de para-políticos decidieron hacer prevalecer los cargos de narcotráfico que tienen 13 de los jefes máximos de los paramilitares, sobre los crímenes de cientos de miles de personas muertas y desaparecidas por la acción de estos personajes.
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La sucia jugada de Uribe logró detener las investigaciones que se les hacían a estos jefes “paras”. Una vez en territorio gringo, ellos no tendrán la obligación de dar sus testimonios sobre otra cosa que no sea el narcotráfico, dejando así en la oscuridad al resto de victimas que, hasta hoy, no han recibido la verdad.
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La verdad, la justicia y la reparación que propone la “gran” Ley de legalización paramilitar, están cada vez más lejos de llegar, ya que, para el gobierno nacional, otras cosas tienen prevalecía. El uribismo está asustado, y esto lo demuestra. Uribe teme que los testimonios de los jefes paramilitares, que cada día untan a más políticos y allegados suyos, lleguen al punto de destruir las fachadas de legitimidad y legalidad de su movimiento y sus partidos (Cambio Radical, la U, Alas, etc.).
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Si el ritmo de implicación de políticos uribistas con el paramilitarismo se mantuviera, sería probable que sus partidos pierdan la personería jurídica, y así, queden fuera del juego democrático. Es esta la burda razón que ha llevado al gobierno colombiano a abusar de su poder, a pasar por encima de varias instituciones como la Corte Suprema de Justicia, a pisotear los derechos de todas las victimas, a reírse en la cara de todo el país, a llevarse la verdad a una cárcel del otro lado del mar, para que permanezca allá encerrada, y no vuelva nunca mas a causarle problemas a la sucia clase política que se aferra a su poder con artimañas, balas y corrupción.
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Camilo, Movimiento IRA
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