Tomando como base un breve articulo aparecido en "A la Trinchera", públicación libertaria oriunda de Mexico y realizada por la "Coordinadora Anticapitalista Che Guevara", se esgrime aquí (con ciertas modificaciones dado el enfoque local del artículo original) una breve introducción a la AUTOGESTIÓN, como práctica a tomar en cuenta en los diversos movimientos de lucha social y como creadora de espacios libres de intervención estatista-capitalista..
El ejercicio del autogobierno no es un fenómeno inédito, pues a lo largo de la historia ha habido múltiples intentos. Por su lado, la autogestión y la democracia directa, también tienen raíces en la reflexión filosófico-política de siglos anteriores, desde Rosseau hasta los primeros anarquistas clásicos y desde luego con el propio Marx. Pero en la última década ha surgido toda una vertiente de movimientos sociales que propugnan con más fuerza las practicas autonomistas.
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Al decir autonomista nos referimos no tanto a una doctrina filosófica o a una teoría (que las hay), sino más bien ala aplicación concreta de las ideas de autogobierno por diversos movimientos sociales.
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El autonomismo es en primer lugar una experiencia dentro de los movimientos de emancipación de los pueblos, nose encuentra fuera o por encima de la historia ni surge de lanada, pero si toma distancia de otras experiencias distintas: como pensamiento y como práctica se encuentra alejado a igual distanciatanto de la doctrina anarquista ortodoxa como delmarxismo autoritario-dogmático, aunque como praxis política no pueda concebirse «puro».
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El autonomismo no parte de un modelo o paradigma acabado : “la revolución debe ser así…”, ni de alguna fórmulaque se pretenda aplicable a todo momento o situación histórica, más bien es una práctica-crítica subjetiva y cotidiana, por loque querer ubicarlo en las clasificaciones tradicionales (ideología socialista, anarquista, comunista, socialdemócrata, etc.), puede resultar cómodo para un análisis esquemático pero poco útil para una revisión verdaderamente crítica.
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Para nosotros, mas que buscar su lugar en los anaqueles ideológicos prestablecidos, sería útil tratar de estudiar la autonomía como un que hacer más emparentado con experiencias previas -la mayoría de las veces poco estudiadas-, quecon las teorías de tal o cual intelectual de moda, pues independientemente de la influencia que las tesis de Antonio Negri o John Holloway (a quienes se suele identificar como teóricos del autonomismo) puedan tener en los movimientos, lo que los define a estos es su propio carácter y lugar en un sistema social especifico, el capitalismo. Así, además de los debates tan frecuentes sobre cual es el sujeto social histórico (proletariado, multitud osociedad civil ), o sobre el fin del trabajo asalariado,habría que repensar primero el sentido de acontecimientos como la Comuna de París de 1871, los Soviets previos a la burocratización estatista en la ex URSS, la organización campesina zapatista en Morelos, o los cordones industriales en Chile al final del gobierno de Allende: todos ellos constituyen ejemplos de organización autogestionaria.
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Pero esto no implica que no se hagan una serie de definiciones mínimas: en este sentido, la autonomía es cuandono una práctica antiestatista, si una acción que la totalidad de las veces se ubica fuera de las esferas de “lo político” y de la política tradicional, controlados ambos por el Estado y sus instituciones. La autonomía es la “política” con otro sentido, es decir tomada en las propias manos de los interesados, aunqueno entendida en términos de dominación de una minoría sobre los demás, sino como el ejercicio de acción para la libertad delos que han sido desposeídos por el Estado y el capital de su capacidad de decidir sus propios destinos. No es la “dictadura del proletariado” ni la “abolición del estado”, pero si la acción por el logro de los objetivo reales que se expresaban a travésde dichas consignas luego desvirtuadas y convertidas en dogma: por la emancipación ante el poder, el Estado, la opresión capitalista y por la construcción de una sociedad sin clases.
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En la actualidad existen diversos movimientos sociales que hacen de la autonomía una práctica y/o una propuesta cotidiana, en México el caso de las comunidades zapatistas es el más conocido pero no el único, pues en otros estados como Oaxaca se desarrollan intentos en este sentido, e incluso, en el nivel de las organizaciones sociales y algunos grupos insurgentes hay quienes reivindican la línea del “poder popular” como nueva forma de organización semi-horizontal.
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En Colombia, aunque escasas, encontramos experiencias como las de las comunidades de paz de San José de Apartadó, las comunidades indígenas del Cauca -y su guardía indígena como herramienta simbólica de diferenciación-, las Asociaciones Campesinas del Valle del Catatumbo y del Valle del Cimitarra y, en última instancia (aunque prácticando una autogestión extrema y primitiva) las tribus nómadas de los Nukak Makú en las selvas del sur del país.
.En Argentina se da el que además de los zapatistas, sea quizá el más importante movimiento autonomista, con la particularidad de que sus protagonistas no son indígenas sino habitantes de las ciudades desempleados «piqueteros» en ese sentido, el Movimiento de Trabajadores Desocupados Anibal Verón (MTD-AV), agrupa a miles de mujeres, hombres, ancianos y niños, bajo los principios de “dignidad, trabajo y cambio social”, en un amplio frente horizontal e independiente del estado, sus partidos políticos y las burocracias sindicales, en el que cada colectivo lleva a cabo sus propios proyectos autogestivos de subsistencia y de construcción de nuevas relaciones económicas no regidas por las leyes del mercado sino por las necesidades comunes. Su marcha es paralela a la de algunos trabajadores como los de la fábrica textil Brukman, quienes tambien rechazan a la prostituída clase política, como en las ultimas elecciones, en las que se negaron a presentar candidatos. En este ejemplo, el punto más significativo, en nuestra opinión, es el planteamiento de una relación social horizontal y humana alternativa a la impuesta relación de explotación del sistema capitalista de producción, el beneficio común reemplaza a la acumulación de capital.
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El “mandar obedeciendo” y el “que se vayan todos”("No vamos a obedecerle a nadie!", en el caso de los indígenas caucanos), expresan una misma intención de rebeldía ante la política y los políticos tradicionales. El que los movimientos que hacen de la autonomía su medio y su fin puedan seguir adelante, dependerá quizá en gran medida, de su capacidad para aprender y dialogar con otras resistencias, no mirarse sólo asimismo sino también hacia los demás, no apartarse de las “vanguardias” para erigirse como una más, sino para posibilitar la creación colectiva de espacios comunes de respeto mutuo hacia la construcción de otro mundo, un mundo nuevo donde la explotación y la marginación no sean parte de la lógica colectiva del funcionamiento de la sociedad.
.Experiecias de autogestión:
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C.A.C.G (con aportes de I.R.A.)
"Siembra rebeldías, Cosecha libertades"