El debate Marxismo-Anarquismo es vigente en la medida en que ambas ramas hijas del socialismo utópico han evolucionado a la par con los cambios que ha sufrido el sistema capitalista.
En ese sentido, el debate todavía gira en torno al mismo núcleo. Marx y Bakunin nunca estuvieron en desacuerdo con la meta final de la emancipación humana, en una construcción social comunista (el termino comunista, en esa fase final de la revolución, es común a ambas tendencias, no solo a la marxista), sino en la manera de llegar a ella.
La conquista del Estado por parte de la clase trabajadora y la posterior instauración de la dictadura del proletariado de los comunistas, se opone a la destrucción-deconstrucción del Estado desde abajo, por medio del ataque ideológico y físico por todos los frentes de los anarquistas. El meollo esta en los medios y la organización, así como –un tanto- en la caracterización del sujeto revolucionario (el cuadro del partido comunista Vs. el “catecismo revolucionario” bakuniniano).
El debate esta abierto, pero no desde nuevas perspectivas de las mismas teorías (a nuestro parecer), sino frente a los nuevos desafíos que nos presenta el sistema-mundo capitalista, el Estado y sus aparatos de dominio -tanto ideológicos, como políticos, económicos, culturales, etc.
En este orden de ideas, y con respecto a la intervención (muy bien recibida, por cierto) del compañero “Misterzeb”, se evaluarán las posiciones un tanto "abiertas" de Bob Akavian con respecto al marxismo ortodoxo, frente a ciertos elementos y herramientas anarquistas. Cabe anotar, sin embargo, que en la intervención de “Misterzeb” se habla de dos cosas cualitativamente distintas.
El Black Bloc, o Bloque Negro es una estrategia de combate callejero y de acción directa que nació en Europa en los 80's, de la mano con los movimientos autonomistas y las protestas contra la proliferación de la energía nuclear en los países "occidentales" (no comunistas), y como tal, es una simple táctica que puede ser adoptada a manera de instrumento por cualquier "bando" -incluso los neonazis rusos y alemanes la han usado en los últimos años-. Avakian, por otro lado, es un teórico del MLM (marxismo-leninismo-maoísmo), y el actual presidente del Partido Comunista Revolucionario de los Estado Unidos.
Avakian, ¿neo-marxismo?
Akavian propone la construcción de un Estado comunista en Estados Unidos, remitiéndose siempre a los presupuestos de las “tres espadas” del marxismo (Marx, Lenin y Mao). El concepto del “partido de vanguardia” es la piedra angular de la construcción revolucionaria de Avakian, apegándose siempre a la ortodoxia leninista, y oponiéndose diametralmente a la concepción anti-vanguardia de los anarquistas que mantienen su tendencia federacionista con orígenes en Proudhon.
En seguida, cabria anotar que el tradicional debate se mantiene hoy día con el prominente Avakian en el plano de la pertinencia de la “espontaneidad” de la rebelión que inicia la revolución. Tradicionalmente los anarquistas han defendido el espontaneismo revolucionario y el carácter imprescindible de la “chispa” anónima que desatará el incendio social, en oposición a la visión marxista de la construcción de líderes que practiquen el materialismo dialéctico como manera de llegar a una unidad de acción en el seno del partido de la clase. Estas dos posiciones se siguen enfrentando hoy día, en la figura de Avakian (y por ejemplo las FARC, como partido en armas…) contra las expresiones más espontáneas de los movimientos sociales de varias partes del mundo (los anti-globalización, las protestas violentas contra el G-8, e incluso luchas reivindicativas como la Minga Indígena del 2008 en Colombia).
Según lo anterior, Avakian se mantiene en gran parte del lado de la ortodoxia comunista, sin embargo, su discurso contiene un elemento interesante e innovador. Siendo oriundo de los Estados Unidos, y habiendo militado en el movimiento de emancipación negra (Black Panthers), él ha incorporado el elemento de las “naciones oprimidas” como un factor en la construcción revolucionaria. Avakian introduce el termino “proletariado multi-nacional” para comprender la necesidad de articular la fuerza de las diferentes naciones que viven bajo el dominio del Estado norteamericano (chicanos, negros, latinos…). En todo caso, no se debe confundir su posición unívocamente marxista: él no reconoce las reivindicaciones y luchas de estas naciones por su autodeterminación o status al interior del sistema, sino que homogeniza su condición de oprimidos bajo una única (y excluyente) posición de clase, desconociendo verdades discursivas alternas y las llamadas “identity politics”, que tacha de desviaciones post-modernas y anti-marxistas.
A.C.A.B., ¿unidad al calor de la confrontación?
Por ultimo, se hace una breve referencia a las expresiones incluyentes y no abanderadas de combate popular y callejero (A.C.A.B. -All Cops Are Bastards, Todos los Policías son Bastardos- es una simple consigna usada por mucha gente en muchos ámbitos) que han tenido lugar en diferentes escenarios como las contra-cumbres del G-8.
El objetivo de convocar a una unidad de este tipo puede ser la articulación de la acción en ciertos puntos de vista, pero NUNCA la “despolitización” de las luchas. Por más que las banderas se queden guardadas durante la jornada, cualquier movimiento integral sostendrá sus pautas y limites teórico-éticos frente a la acción que se lleve a cabo en confluencia con personas y movimientos de otras procedencias ideologías. Un caso ilustrativo es el de los “tropeles” en las universidades públicas colombianas. Allí confluyen diferentes movimientos y colectivos políticos que, dejando a un lado momentáneamente su orientación política que los diferencia del resto, comparten la reivindicación de la acción directa y el tropel como modo de accionar valido frente a las contradicciones del sistema político colombiano y sus expresiones materiales en el deterioro de la educación publica, etc.
En ese sentido, la consigna A.C.A.B. se quedaría muy corta de peso político a la hora de llegar a motivar una confrontación directa de sectores populares/estudiantiles contra los aparatos coercitivos de un Estado cualquiera, mientras el motivo de la protesta no tenga un sustento político y de construcción teórica mucho más sólido.