martes, 10 de agosto de 2010

La campaña del Nobel por la alcaldía de Milán



¡Yo no soy un moderado!

Darío Fo

Se lanzó y perdió. El ganador del Nobel de literatura en 1997 contendió en la elección interna de la izquierda por la alcaldía de Milán. A punto de cumplir los 80 años, Fo se lanzó al ruedo con un discurso que nuestros políticos, tan dados a verse en el centro del centro, jamás se atreverían a pronunciar. Otro Nobel, José Saramago, se sumó al italiano de este modo: "Querido Darío, si hubieras nacido en mi país, te votaría como Presidente de la República..."


¡Si buscas un moderado, ten cuidado a la hora de votar por mí,
porque conmigo se corre peligro!
¿Pero de verdad quieres un alcalde moderado?
El moderado es fuerte con los débiles y débil con los fuertes.
¡El moderado finge resolver los problemas sin afrontarlos!
El moderado se hace de la vista gorda ante la especulación inmobiliaria.
El moderado echa a los inquilinos de sus casas en el centro
y después se las revende a los magnates de la especulación.
El moderado transforma en gueto la periferia.
El moderado acepta una escuela para ricos y una para pobres.
El moderado deja que la ciudad se vuelva más y más triste, y aplaude los rascacielos, donde no se ven
niños jugando ni gente pedaleando en bicicleta.

El moderado teme disgustar a los ciudadanos que cuentan.
Y no concede la palabra a los que no tienen voz.
El moderado jamás cambiará nada.
El moderado no resolverá el problema de la contaminación
de Milán, no salvará los pulmones setentones de los niños de 5 años.
El moderado no los librará del tráfico, del millón
de automóviles que, con sus pedorretas, han transformado la ciudad
en una cámara de gas.

Hoy, al parecer, no ser moderado es un defecto o un delito;
o bien un privilegio de los jóvenes.
¡Pero hacen falta muchos muchos años... para llegar a ser verdaderamente jóvenes!
Milán, si mi música te suena demasiado fuerte, entonces quiere decir
que te estás volviendo demasiado vieja.
No hay moderado que haya hecho historia,

como no hay moderado que haya ganado un Nobel.
¡Yo no soy un moderado!
Seré un alcalde que arriesgue.
Porque creo que el riesgo del cambio es la única respuesta correcta para quien invierte su voto en un proyecto para Milán.
Si se deciden a votarme, arriesgan mucho...
¡Se arriesgan incluso a encontrarse, finalmente, viviendo en una ciudad mejor!

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