lunes, 24 de noviembre de 2008

Escándalo mata escándalo

Buen articulo que evidencia el mecanismo de las "cortinas de humo" como medio de evasion del gobierno paramilitar.

Es raro: siempre que las alarmas están encendidas, siempre que el gobierno central está metido hasta el cuello en problemas sociales, siempre que lo tienen contra la pared, milagrosamente se destapa un problema 'mayor' que invisibiliza lo demás. Y el Gobierno logra poner en primer plano la noticia que quiera; y los medios masivos tienen que darle el protagonismo necesario porque el Gobierno se encarga de hacer un escándalo de tal tamaño, que no hay forma de esquivar esa noticia. Y lo verdaderamente importante, por una vez más, resulta siendo un vago rumor lejano.
Los asesinatos que cometió la fuerza pública durante todo este año (eso que llaman 'falsos positivos' o ejecuciones extrajudiciales, que, por cierto, debieron haber cobrado la cabeza del Ministro de Defensa), al día de hoy son un vago rumor lejano, que pronto olvidaremos todos, porque parece que el Gobierno lo olvidó y que la prensa lo olvidó. Y los colombianos olvidamos con facilidad porque cuando ocurre algo que podría hacer tambalear al Gobierno, este mismo se da la maña de inventar un escándalo más grande, más escandaloso, más poderoso, más mediático y rimbombante.
Ahora, el nombre del escándalo es DMG. Pero ese escándalo no ha cobrado ni un muerto; ese escándalo es sobre un negociante; ese escándalo no ajusticia a gente humilde para ganarse dos días de permiso. Ese escándalo no tiene nada que ver con la barbarie. Tiene que ver con plata, solamente con plata. Y se me pone que la plata es lo más importante, tanto para este gobierno como para la mayoría de gobiernos sobre la tierra. Es más que increíble que a unos generales implicados en esos 'falsos positivos' tan escabrosos, simplemente los destituyan, y a un negociante (lícito o ilícito) lo traigan encadenado de pies y manos, como si fuera el peor asesino del mundo. De no creer es un Ministro de Defensa que pide disculpas con risita sardónica, mientras el llanto de las viudas recientes, de hijos o de esposos, se cuenta por millares. Y el Ministro, tan campante, sigue ocupando su cargo.
También resulta increíble que la Minga Nacional de Resistencia Indígena haya llegado a Bogotá con más de 15.000 indígenas para reclamar el cumplimiento de la ley por parte del Gobierno, mientras las cadenas radiales más prestigiosas están en el juego DMG, y los noticieros de TV, y los periódicos. Pero ese nuevo escándalo no tiene nada que ver con violación de los derechos humanos, ni con agresión y ocupación territorial, ni con una legislación de despojo, ni con un sinnúmero de acuerdos incumplidos con distintas organizaciones sociales. Ese escándalo sólo tiene que ver con plata.
Los indígenas de Colombia están poniendo el ejemplo en cuanto a dignidad se refiere. Se juntaron y marcharon y lograron alertar a toda la comunidad nacional e internacional sobre los distintos desmadres que se han venido cometiendo contra ellos. Y ahí están, en Bogotá, 15.000 indígenas en paz porque son de paz, exigiendo sus derechos, cosa que no hemos logrado el resto de colombianos. Y están ahí diciendo, además, que el hecho de exigir sus derechos no los convierte automáticamente en guerrilleros ni en comunistas.
Recuerdo que hace unos años, la comunidad embera se instaló en la trastienda del Ministerio del Ambiente, en espera de una cita con el ministro de entonces para hablar sobre la muy polémica represa de Urrá. Pero no hubo caso, nadie la atendió. Y luego de un mes, a merced de la solidaridad de los bogotanos, se marchó en silencio. Y la ciudad amaneció más triste entonces. Quedó claro para muchos que la democracia no pasaba de ser una palabra y que el país se manejaba por intereses de unos cuantos.
Ocho años después, las cosas han cambiado. Ya no son trescientos emberas esperando una improbable cita: son más de 15.000 exigiendo sus derechos. Eso es un cambio.
Publicado el 23 de Noviembre de 2008

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