sábado, 12 de febrero de 2011

De la verborrea de Santos...


“No solo son asesinos, sino también actores” dijo Santos refiriéndose a la insurgencia colombiana. Santos sale a dar unas medidas declaraciones de “molestia” (http://www.eltiempo.com/politica/tras-liberaciones-piedad-cordoba-anuncia-mensajes-de-paz_8851022-4) en un momento crítico del proceso de liberación unilateral de prisioneros de guerra por parte de las FARC-EP. Según él, el proceso de liberación responde a un “show mediático” y no a un gesto humanitario de paz por parte de la guerrilla de Marulanda. Las declaraciones, que fueron emitidas por todos los noticieros nacionales, dejan ver la cara amarga del gobierno de la “Unidad Nacional”.


Santos demuestra que está preocupado por el curso de los acontecimientos de la guerra, y responde desesperado pretendiendo sabotear e invisibilizar el legítimo protagonismo de los actores del conflicto armado colombiano. ¿Por qué le afana tanto que la comunidad nacional e internacional se entere de lo que pasa en Colombia? Si su gobierno es tan legítimo, democrático y correcto, ¿por qué le dan miedo las palabras de un “terrorista” como Alfonso Cano o Iván Marquez? ¿Por qué está tan preocupado por que la insurgencia ratifique su posición como actor político en Colombia?


La historia republicana de Colombia, caracterizada por un uniforme gobierno de elite, ha demostrado siempre que el Estado -a través cada presidente- siempre ha preferido sofocar las reclamaciones de la gente por medio de la violencia, antes que dejar ver sus razones políticas para estar en desacuerdo. A Santos y a sus amigos no les conviene que la gente entienda las razones históricas que generan una presencia permanente de inconformidad social organizada (armada y no armada) durante los últimos 100 años en el país.


Si la sociedad colombiana entendiera que la desigualdad, la injusticia, la concentración de riqueza y la marginación política son las razones históricas de cuantas guerrillas vivan y mueran en Colombia, su “gobierno de Unidad” se quedaría sin sustento ético, social y político. No hay RCN o Caracol que puedan contra la verdad de los pobres. Por eso es que a Santos le da miedo permitir que Cano, Márquez o Gabino le hablen directamente a él y al país, así como el solo nombre de “Manuel Marulanda” hizo temblar a los pusilánimes representantes de los ricos que se han sentado a mal gobernar en la Casa de Nariño, desde Rojas Pinilla hasta Álvaro Uribe.


Es por esto que al mal gobierno le da miedo una negociación política del conflicto armado, y hará todo lo posible por desfigurar la cara de la oposición frente a la opinión publica. No se trata de FARC, ELN, o cualquier otra organización, sino del hecho de que para acabar con el conflicto armado en Colombia, el Estado debe comprometer sus intereses y ceder en temas como la concentración de la riqueza, la disparidad de la tenencia de la tierra y el acceso a los círculos de gobierno: a Santos y sus amigos se les acabaría la fiesta.


Mientras tanto, ellos tendrán la razón de la fuerza, nosotros la fuerza de la razón.


Mov. IRA.

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