Hechos que caracterizaron una etapa al parecer pasada de la guerra interna Colombiana están volviendo a suceder. La intensificación de la guerra, en donde en una semana mueren 30 o 50 militares y policías y otras decenas de insurgentes en todo el territorio nacional, nos plantea un panorama desafiante en cuanto a la búsqueda de salidas al conflicto armado interno que vive el país.
En primera instancia, se destapa la aberrante olla podrida dejada por el "mejor gobierno de la historia colombiana". En medio de la ola de violencia que azota a las ciudades, y que no se veia desde la epoca cumbre del narcotrafico, y con cifras oficiales de desempleo que baten records históricos, se evidencia el escalamiento de la guerra, un tema que, al parecer, Mr. Uribe había dejado "arreglado". Precisamente en el tema que los defensores de los "huevitos" de Alvarito se ufanaron de sacar a relucir, a saber, la reducción de las guerrillas, al parecer el patrón tambien se rajó. La enorme fachada mediatica que RCN y El Tiempo se encargaron de construir, se comienza a venir abajo por su propio peso. Y si Uribe no mejoro el empleo, la seguridad en las ciudades es fatal, en el campo se mueren de hambre, no pasó el TLC y la insurgencia ataca de nuevo en todo el territorio... !¿Que fue lo que hizo en 8 años?! Uribe fue un gran Falso Positivo, y la historia (ademas de la Corte Penal Internacional) se encargará de demostrarlo. Pero ahora, lo importante es seguir en el presente.
Los grandes ataques guerrilleros y las muertes masivas de combatientes en el irregular conflicto colombiano estuvieron escondidas durante casi 8 años, lo cual prueba que, mientras las condiciones que alimentan el enfrentamiento se mantengan, no hay bombardeo que logre "pacificar" a todo un pueblo. Es por esto que se hace necesario repensar las posibles salidas hacia una paz duradera y con justicia social, e ir bajandonos -otra vez- de la nube mentirosa del supuesto "posconflicto" que Jose Obdulio Gaviria y sus amigos decretaron en Colombia.
Y esa es la tarea que se le viene encima al criminal de guerra que ahora es el nuevo mandamás. Santos, como buen liberal oligarca, es marrullero, manipulador, conveniente, tramposo y lamezuelas, en oposición a la testarudez orgullosa y vengativa del arriero que lo precedió. Es por esto que la salida política al conflicto armado vuelve a quedar sobre la mesa para que nosotros se la exijamos al gobierno como una oportunidad de lograr una apertura democrática que lleve a un empoderamiento popular con repercusiones estructurales. Hay que pasar de la resistencia a la iniciativa.
Esta demostrado que el conflicto no lo acaban a punta de bala, y 8 años perdidos deben ser prueba suficiente para los tercos que siguen en la misma onda guerrerista de la "mano dura y el corazón grande". Así que la reflexión y el debate deben ponerse otra vez "de moda". Y somos nosotros: las gentes críticas, los estudiantes, los que llevamos un mundo nuevo en el corazón, todos los rebeldes de todos los colores, los que debemos poner a marchar ese proceso. En estos momentos la niebla se dispersa lo suficiente como para que mucha más gente pueda ver lo que nosotros vemos. No esperemos a que vuelvan a nublarnos el panorama...
Movimiento IRA, PRESENTE!
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