Bogota, Octubre 2009
Señor presidente:
Me dirijo a usted con la tristeza de todo un pueblo que ha sido reprimido injustamente, que ha sido masacrado y explotado a costa de su seguridad discursiva. Son mis palabras, las que pretenden rescatar los gritos que perecieron en el silencio por su deformación de las verdades, por la constante manipulación de los distintos medios de comunicación y su conveniente manejo de la ignorancia en Colombia. Debe resaltarse que sus interminables sueños de represión han sido criminalmente apoyados, claro esta, por el imperialismo, que pretende sacar su tajada a consta del trabajo de nuestros pueblos y que lamentablemente gracias a su ayuda, reafirma sus pretensiones de sacrificar a los pueblos del mundo, para engrandecer el poder imperialista.
Me gustaría recordarle señor presidente, que todavía hay quienes se han encaminado en búsqueda de verdades, quienes no han caído en el embrutecimiento de su prolongado mandato basado en mentiras y que defienden e impulsan el motor de la historia buscando la constante lucha de los sectores oprimidos contra el opresor. Es imposible maquillar la indiscriminada represión, las torturas, desapariciones y complicidad con el paramilitarismo de su gobernación, tarde o temprano será la oligarquía que hoy se atrinchera en el poder la que acatará el juicio del pueblo.
El terrorismo no es como han intentado pintarlo usted y su gabinete, siguiendo un legado político que nos envuelve ya hace muchos años. El fin de las FARC no será el fin de la violencia, no será el fin de los problemas sociales, nunca será el inicio de una democracia verdadera, pues el terrorismo se inició y se inicia desde el Estado mismo y este es el primero que debe erradicarse para pensar siquiera en un proceso de paz, en un proceso de justicia del pueblo y para el pueblo.
Le hago por medio de esta carta, una promesa, en la cual seguiré el camino por el que ya ha caído más de uno, buscando la formación revolucionaria. No me dejaré engañar de sus ideas, de sus sueños o anhelos y tenga la certeza, que algún día tendrá que llegar el justo proceso revolucionario.
Señor presidente, la historia no es de ustedes, la historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Emilio,
Movimiento IRA
Señor presidente:
Me dirijo a usted con la tristeza de todo un pueblo que ha sido reprimido injustamente, que ha sido masacrado y explotado a costa de su seguridad discursiva. Son mis palabras, las que pretenden rescatar los gritos que perecieron en el silencio por su deformación de las verdades, por la constante manipulación de los distintos medios de comunicación y su conveniente manejo de la ignorancia en Colombia. Debe resaltarse que sus interminables sueños de represión han sido criminalmente apoyados, claro esta, por el imperialismo, que pretende sacar su tajada a consta del trabajo de nuestros pueblos y que lamentablemente gracias a su ayuda, reafirma sus pretensiones de sacrificar a los pueblos del mundo, para engrandecer el poder imperialista.
Me gustaría recordarle señor presidente, que todavía hay quienes se han encaminado en búsqueda de verdades, quienes no han caído en el embrutecimiento de su prolongado mandato basado en mentiras y que defienden e impulsan el motor de la historia buscando la constante lucha de los sectores oprimidos contra el opresor. Es imposible maquillar la indiscriminada represión, las torturas, desapariciones y complicidad con el paramilitarismo de su gobernación, tarde o temprano será la oligarquía que hoy se atrinchera en el poder la que acatará el juicio del pueblo.
El terrorismo no es como han intentado pintarlo usted y su gabinete, siguiendo un legado político que nos envuelve ya hace muchos años. El fin de las FARC no será el fin de la violencia, no será el fin de los problemas sociales, nunca será el inicio de una democracia verdadera, pues el terrorismo se inició y se inicia desde el Estado mismo y este es el primero que debe erradicarse para pensar siquiera en un proceso de paz, en un proceso de justicia del pueblo y para el pueblo.
Le hago por medio de esta carta, una promesa, en la cual seguiré el camino por el que ya ha caído más de uno, buscando la formación revolucionaria. No me dejaré engañar de sus ideas, de sus sueños o anhelos y tenga la certeza, que algún día tendrá que llegar el justo proceso revolucionario.
Señor presidente, la historia no es de ustedes, la historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Emilio,
Movimiento IRA
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